Un futuro cierto parece acercarse a tenor de los últimos sondeos sobre las preferencias políticas de los españoles.
Partiendo de la base de que los sondeos no son más que fotos fijas de un instante concreto y no determinan irremediablemente el futuro, no estaría de mas que nuestros políticos tomen nota de lo que se vislumbra.
El Partido Popular parece precipitarse a un abismo parecido al que en su día acabó con la UCD, eso si, a un ritmo distinto, pues no parece que aunque reciba un importante castigo electoral vaya a desaparecer.
Fruto de este anunciado desplome del Partido Popular se produce una paradoja que habremos de analizar. La caída del PP no beneficia a la oposición –es decir al PSOE– sino que, curiosamente, quien más rédito electoral parece conseguir es su socio de gobierno, Ciudadanos.
Esta traslación de voto dentro del ámbito de la derecha hacia un partido que –apuntando formas aun mas retrogradas que el propio PP– es percibido por los electores como de centro se torna una tragedia para el PSOE.
La izquierda –tanto en España como en el resto de Europa– sigue siendo rehén de años de liberalismo desbocado y concesiones a políticas de manifiesta insolidaridad.
La consecuencia palpable de este error estratégico del Socialismo español fueron las acampadas que se produjeron en gran parte de las plazas de España, el 15-M.
Y el error sobrevenido fue apoyar un pseudo-socialismo elitista que rompió la expectativa electoral y la posibilidad de alcanzar el poder, instituyendo además una correlación de fuerzas que condena al Socialismo español a una larga travesía por el desierto.
El Partido Socialista no ha sabido –o no ha podido– revertir las consecuencias de ciertas decisiones del pasado –art. 135, reforma laboral, etc,…– y en esta tesitura un partido como Ciudadanos –en las antípodas del Socialismo– se ha hecho con una buena parte del electorado mas tibio de la izquierda.
La receta –surgida?– del 15-M se ha revelado un bluf de tamaño sideral.
Los podemitas han basado su estrategia en el acoso «per se», y no se han ocupado en ningún momento de plantear alternativas o soluciones realistas a problemas reales –su motor siempre ha sido la rabia– y no han entendido que los votantes no necesitamos un circo de insultos diario ni frases ocurrentes en Twitter. Aguantar a unos «niños bien» hablando de Fascismo, de la Guerra Civil, de la represión franquista, y todo ello solamente utilizado como arma política, sin un ápice de respeto por los que verdaderamente vivimos aquellos años les ha acabado poniendo en su lugar y ha desenmascarado su único objetivo, el poder por el poder sin más pretensiones.
Su actual crisis es fruto de su conversión en un partido leninista, con tribunales disciplinarios esparcidos por toda la geografía española y de haberse constituirse en una maquinaria de poder sin ningún tipo de posibilidad de acceder al poder.
Y además se avecina la que podrá ser su crisis definitiva, la que le va a provocar la esperada reacción de lo que queda de Izquierda Unida –que atisbando la hecatombe– se apresta a marcar distancias con un partido que siempre ha tenido como objetivo intermedio en su camino hacia el poder conseguir la desaparición de los competidores mas cercanos.
Pero no perdamos de vista el panorama general –la derecha unida– PP y C`s se encuentran en disposición de inaugurar un gran ciclo de gobiernos conservadores, no hay más que echar un ojo a la Alemania de Merkel.
Si los votantes de izquierda siguen apostando por la división y el enfrentamiento estaremos abocados a otra década –al menos– de gobiernos de la derecha.
El Socialismo debe proponer un proyecto ilusionante al electorado y al mismo tiempo aglutinar a todos aquellos que en algún momento se desencantaron por los errores cometidos.
La tarea es ingente y cada vez queda menos tiempo para conseguir un resultado positivo.
Un comentario sobre «Un futuro cierto»