De corrientes, sensibilidades, banderías y facciones.
En los partidos políticos, al acercarse cualquier tipo de confrontación interna –todas legítimas– se han de enfrentar ideas y proyectos de futuro y una vez explicitados ante tus electores someterse al escrutinio de estos.
En este proceso –que se repite una y otra vez a lo largo de los años– unos ganan y otros pierden.
De este planteamiento maniqueo es de donde surgen una buena parte de los problemas que acucian a las organizaciones políticas, pues detrás de las sonrisas, abrazos y apretones de manos se agazapan corrientes de opinión, sensibilidades buscando un punto de distinción, banderías que alientan el enfrentamiento y facciones, que en esencia son una pueril rebeldía o en el peor de los casos una quinta columna a la que no anima mas afán que la derrota del adversario –aunque esto conlleve políticas de tierra quemada–.
Entiendo que los partidos políticos deberían constituirse como ámbitos donde confrontar nuestras diferentes ideas buscando consensos, líneas de acción conjunta –dentro de la discrepancia– y en último caso de no ser posible el acercamiento de posturas, recurriremos a la esencia democrática, el voto.
Plantear el objetivo de nuestra acción política en la defenestración del oponente –siendo éste un compañero de tu propio partido– no puedo menos que catalogarlo como de estupidez y de una cortedad de miras preocupante.
El militante de un partido ha de contribuir al avance de la organización para que a su vez esta pueda transformar –en la medida de lo posible– la sociedad en la que está inserta.
No significa este planteamiento que tengamos que dejar a un lado nuestro propio criterio ni un profundo sentido crítico, pues será éste el que nos proteja ante posibles virajes acomodaticios.
Tampoco estoy defendiendo la típica política –mas bien desfachatez– de que los trapos sucios se lavan dentro de casa pues la discrepancia siempre es enriquecedora y nunca es ésta la que destruye al asociacionismo sino la mala praxis, la corrupción y el clientelismo –entre muchas otras cosas–.
El Partido Socialista en Fuerteventura –»todo» el partido– se encontrará en breves meses ante nuevos retos electorales y si quiere cumplir las expectativas de sus votantes, simpatizantes y afiliados debe afrontar estos retos desde la unidad de criterio y aportando un proyecto claro e ilusionante.
Los recientes procesos de elección interna tienen que dar como resultado esta «unidad de criterio» y no alumbrar ninguna «Quinta columna» justiciera.
Desde la discrepancia y la diversidad de criterios podemos construir una organización fuerte que tenga algo que ofrecer a nuestros ciudadanos.
Fuerza y honor!
No está nada mal escrito para ser de ciencia y socialista ?️