Fauna política

Está la fauna política muy atareada estos días y un poco triste.

Si, han leido bien, un poco tristes porque los que han ganado lo han hecho perdiendo votos y los nuevos no han cumplido espectativas asi que esta vez ha ocurrido lo contrario de todas las ocasiones anteriores, a saber, ¡han perdido todos!

Los partidos políticos, los viejos y los nuevos, cada día se parecen más, templando gaitas para pactar y repartirse los sillones.

Por lo que podemos ir viendo, viejos y nuevos o nuevos y viejos, «todos», han comenzado a rebajar sus exigencias con el fin de no quedarse fuera del reparto pues la vida en la oposición es dura, muy dura.

¿Y porqué, siendo de ideologías radicalmente distintas, se comportan practicamente igual?

Por un lado tenemos al «putin», ese que aun pasando los años, siempre está ahí, cada vez con un «cargo» distinto pero siempre al frente del cotarro, sin pudor. Y si lo ve muy mal se cambia de partido o monta el suyo propio, el caso es figurar y mandar.

Después está el «tonto útil», ese que no tiene más luces y colabora involuntariamente con los intereses creados de terceros, normalmente el «putin» y a veces hasta acaba liderando las listas que éste diseña, pues como buen peón no se le considera «peligroso» para la permanencia del cacique.

El tercero es un clásico, el «trepa». Ese que, en la mayoría de los casos, no ha hecho otra cosa en su vida que vivir del partido político al que pertenece sin ningún otro tipo de vida laboral. Este es el más peligroso para las formaciones políticas, pues en su afán de medrar y escalar en la estructura de su partido intentará, por todos los medios, anular cualquier conato de «vida inteligente» que intente trabajar en su entorno sentenciando al partido al que pertenezca a la más absoluta mediocridad.

Este elemento basa una parte importante de su potencial en la adulación y la «aparente» sumisión al líder, al que traicionará a la primera oportunidad que se le presente.

Y por último, pero no menos importante, están los «consortes», ay! los consortes, siempre ahí al lado de sus parejas, apoyándolos, exigiéndoles o azuzándoles para que no decaiga su ambición.

Los consortes, los malos consortes, cumplen una función esencial pues se encargan de aislar al político del entorno social al que se deben y de esta forma hacerles creer que lo hacen todo muy bien.

Los malos consortes también sufren una metamorfósis durante las famosas noches electorales, incluso sin luna llena, se les estira el cuello, la mirada se les torna altiva y pierden una buena parte de la educación y buenas maneras de todo ser humano, eso de saludar y decir gracias no va con ellos pues «de repente» se creen que son algo más que simples, y a veces muy simples, ciudadanos.

El consorte tipo responde al tópico del «ud. no sabe quien soy yo» y suelen ponerse en evidencia a cada paso que dan, son algo así como un «quiero y no puedo».

Esto no es más que una aproximación a los diversos estereotipos que se dan en «todos» los partidos, seguramente a uds. se les ocurren mas modelos y hasta mejores pues en esta fauna hay de todo.

Un comentario sobre «Fauna política»

  1. ¡Y que estemos todos bajo y a merced dl mando y ordeno de semjantes cafres, ineptos para servir a los público y «ases» para pillar sus propios beneficios, que nunca, nunca les sacian, sino que siempre tienen hambre de más y más pasta y otros apaños!
    Estamos LOCOS, dando nuestra confianza a los mismos buitres que nos comen y no nos arreglan nada.

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