
En la década de los 80 se celebraron en Europa muchas reuniones para pergeñar el futuro de la Unión Europea y fué ahí, en esas reuniones en las cuales no se si participó algún político canario, pero intuyo que no, donde se selló el cúmulo de atropellos a los que tenemos que enfrentarnos en los tiempos actuales.
Fué en esos años en los cuales la previsión, luego confirmada, de una caida del muro de Berlín que conllevaría la aparición de muchos nuevos paises en desarrollo con mano de obra especializada y, sobre todo, barata promovió un reajuste del mercado laboral a gran escala y un reparto de «funciones» para atender a los intereses de Centro Europa y su más insigne representante: Alemania.
En este nuevo teatro de operaciones los paises del norte y este de Europa se adjudicaron las funciones más productivas, la industria, la tecnología y cualquier otra que se les pueda ocurrir y que genere riqueza y promovieron en los paises del sur su particular parque de ocio.
Para conseguir esto se acometió un importante trabajo de desindustrialización de todo el sur, eliminando industrias e imponiendo cuotas a toda actividad productiva que pudieron encontrar y amenazara a su propio entorno productivo. Como consecuencia la península ibérica en su conjunto se ha convertido «oficialmente» en zona de sol y playa.
¿Y cómo ha afectado esta reestructuración a nuestras islas?
Pues, si el sur de Europa se ha convertido en zona de vacaciones para el verano, las islas las han destinado como zona de vacaciones de invierno.
El boom económico del norte de Europa en aquellos años de bonanza hizo emerger con fuerza y algo de dinero a su clase media y es a estos a quienes han buscado acomodo en nuestras islas, promocionándolas como turismo Low Cost. Si investigan un poco se encontrarán con que el turismo de alto nivel lo desvían al Océano Indico (Seychelles, Maldivas,…), más lejanas y por ende fuera del poder adquisitivo de la nueva clase media emergente.
Este «curioso» reparto a provocado un desmedido afán «hotelizador» en nuestras islas porque «ellos» han primado la cantidad y no la calidad, es por eso por lo que en cualquiera de nuestras islas que podría soportar un punto turístico específico de alta calidad, dejando el resto de la isla en su estado natural, muy al contrario de esto las encontramos salpicadas de hoteles, complejos, bungalows y casi cualquier figura turística que se les pueda ocurrir y todas con un sólo denominador común, «todo incluido/masificación».
Asimismo y provocado por esta frenética carrera encaminada a dar cobijo al «turisteo», las islas han sufrido y sufren una presión demográfica foránea muy superior a lo que supondría un desarrollo normal y controlado como en cualquier otra parte del mundo, provocando el consiguiente malestar de la población residente y el desarrollo de políticas proteccionistas para asegurar la pervivencia de usos y costumbres propios de la tierra.
Hace unos años éramos cuatro, sabíamos donde aparcaba cada uno en el pueblo y así viviamos tranquilos y felices, y ahora, pasada esta ola de desarrollismo no tenemos más que pueblos fantasma por doquier.
No se si este análisis será muy realista o muy simplista, puede ser, pero aunque no tiene nada de científico es lo que siente mucha gente que deambula en estos momentos a la caza de un salario para poder sobrevivir.
¿Quién ha permitido este desaguisado?
Veo que se ha enriquecido usted con los debates en red por cambio en canarias. Me alegro, entonces el mal viene de europa y no de España por dejarse perdonando la expresión «dejarsela meter». Que bueno es usted Ledo. AHV, SEAT; ENDESA, etc…