
Regreso al pasado
Este fin de semana ha sido triste pero esclarecedor del rumbo que va tomando la política en nuestro país.
La derecha ha presentado sus credenciales para el previsto asalto al poder en las próximas elecciones generales.
El aval ha llegado escasamente a 50.000 personas –en un país de 47 millones– que se han reunido en Madrid con transporte gratuito desde toda España.
El «fuego de campamento» organizado por el PP, jaleado por los aspirantes de C’s y apuntalado por la prosa épica de Vox han evidenciado lo endeble de los argumentos que llevaron a esta movilización.
El manifiesto leído estaba tan lleno de falsedades y mentiras –que no vamos a desgranar aquí ahora– que el propio Partido Popular declaró que contenía «una gran parte de veracidad», es decir, para entendernos, no todo es verdad pero, que más da cuando de lo que se trata es de crispar, dividir y denigrar el debate político.
Los partidos convocantes se han posicionado de facto como alianza política alternativa al Gobierno del PSOE, en otras palabras, el acto puede ser interpretado como un acuerdo pre-electoral en toda regla.
Las reticencias exhibidas por C’s en el reciente pacto andaluz han quedado al descubierto como simple postureo de cara a sus votantes más ingenuos y hemos visto –una vez más– que no les molesta lo más mínimo acostarse con el PP y levantarse con Vox.
Curiosamente el mirlo blanco del PP –más bien gris– Alberto Núñez Feijóo se resistió a asistir al aquelarre ultra como gato panza arriba, pero en última instancia no tuvo más remedio que aparecerse por allí y pasar el día intentado hacerse transparente.
El andaluz resucitado –Juan Manuel Moreno Bonilla– no consiguió el escudo necesario para disculpar su asistencia pues en su bisoñéz política no encontró mejor disculpa que un triste bautizo.
Resumiendo, nadie parecía querer asistir a tamaña estafa.

Hasta aquí algunas consideraciones sobre lo ocurrido este fin de semana pero esta irresponsabilidad no ha sido la única perpetrada por el nuevo PP últimamente.
Pablo Casado, su máximo dirigente –por el momento– ha dedicado una retahíla de insultos al Presidente Sanchez que como vulgarmente suele decirse descalifica de facto al que los profiere.
La deriva ultra de este nuevo PP amenaza con retrotraernos a la era preconstitucional cuyo mayor exponente hasta ahora ha sido su extravagante propuesta sobre las pensiones en relación con la ley del aborto.
Casado, “Si queremos financiar las pensiones debemos pensar en cómo tener más niños, no en abortar”.
Dicho de otro modo, ¿está proponiendo el PP algún tipo de ley de procreación al servicio de la Gran España?
Triste, muy triste.
El colofón a este gran despropósito montado por el PP ha sido una foto vergonzosa –otra más– y la sensación de subordinación absoluta a los planteamientos de los ultraderechistas de Vox.