Restos de serie.
El triunvirato formado en Andalucía por Partido Popular, Ciudadanos y Vox parecería peligrar a raíz de las últimas noticias sobre las exigencias de estos últimos para dar apoyo al gobierno conservador.
Pero seguramente en breves días el intento de asaltar los cielos protagonizado por Vox acabará en un acuerdo que satisfaga a todas las partes –incluido Ciudadanos– pues el ansia por hacerse con el poder en Andalucía allanará el camino del acuerdo.
La irresponsabilidad de ciertos partidos de nuevo cuño promoviendo la constante confrontación con las estructuras del Estado y sugiriendo para cualquier problema complejo una solución sencilla, irreflexiva y claramente demagógica ha devenido en el surgimiento de una reacción exactamente igual en el extremo opuesto.
Miedo es la palabra que comienza a abrirse camino en muchos de los debates políticos en estos días.
Miedo por los retrocesos sociales promovidos por la ultraderecha.
Miedo a sus propuestas sobre inmigración.
Miedo, miedo y más miedo.
Ese –el del miedo– no es el camino.
Toca explicar a la ciudadanía cuales serían los resultados reales de las políticas que pretende la derecha.
Y sobretodo –y más difícil– se impone recuperar el crédito de los votantes desde una posición de responsabilidad.
Justo el camino que ha abandonado la derecha en su nervioso seguidismo de Vox.
Responsabilidad y compromiso con el contrato social podría ser un buen comienzo para sacar a este país del pozo en el que se está precipitando.
Las componendas de la derecha no son mas que un batiburrillo de restos de serie fuera de época, trasnochados y melancólicos, pero no por ello menos peligrosos en su afán por retrotraernos a tiempos pasados.
Ponernos estupendos contando batallas de los años 70 y de lo fantásticos y demócratas que éramos no es ninguna estrategia para vencer en las urnas.
La nostalgia no es un arma de futuro más bien es la tela de araña en la que pretenden enredarnos Vox y sus amigos.