Clavijo clavó un clavito

Clavijo clavó un clavito.

Allá que se fue nuestro querido y bienhadado presidente de Tenerife y ultramar de visita a la Villa y Corte.

Una vez allí arrancó de ese maldito Gobierno Central un trascendental compromiso.

Ante la posibilidad –remota pero posible– de un cierre catastrófico de nuestra bienamada Televisión Canaria y haciendo gala de una previsión encomiable, nuestro presidente –que no se arredra ante nada ni nadie– se presentó en la capital del Reino decidido a afrontar cualquier vicisitud, cualquier peligro para defender aquello que nos es vital.

Se estarán preguntando uds. a estas alturas ¿qué rayos se le ha perdido a Clavijo en Madrid?

Podría muy bien haber ido a recabar todavía mas millones para aplicar a nuestra depauperada sanidad pública, esa que se encuentra en manos del adalid de la Sanidad Privada –esta sí, con mayúsculas–.

También podría haber ido en «modo conseguidor» e intentar atraer inversionistas que se avinieran a dinamizar un tanto la economía local.

En otro orden de cosas podría haber sido el día en que se le ocurriera alguna buena idea para acometer las carencias en vivienda social que padecemos desde hace ya más de 20 años y encontrándose en el epicentro económico patrio pues establecer algún tipo de acuerdo,… con cualquiera –ya casi nos da lo mismo– con banqueros, constructores, fondos de inversión o incluso con el pequeño Nicolás, alguien que pudiese empujar a este gobierno a ocuparse de los mas desfavorecidos en materia de vivienda.

Una vez perpetrado el dispendio de viajar al centro neurálgico del Estado también podría visitar el Museo del Prado –seguro que lo dejan pasar gratis– y de esa manera quizá se daría cuanta de lo fascinante que puede ser la cultura, el conocimiento, la educación y a lo mejor consideraría mejorar las condiciones laborales de nuestros maestros o las condiciones de habitabilidad de nuestros centros educativos.

Ya ven que cuando un Presidente Autonómico viaja allí donde todo se cocina se puede intentar –al menos– traer en su viaje de vuelta algún condimento, alguna vianda con la que aplacar las necesidades de esta su tierra.

Pero no todos los mandatarios son iguales y el que nos ha tocado sufrir –Fernando Clavijo– es hombre de bien, recatado y que no quiere molestar a sus superiores –sean estos del partido que sean–, prefiere la moderación, el buen hacer y sobretodo ejercer una justa gobernación de su pueblo.

Pero como todo padre que vuelve de un largo viaje, nuestro presidente no ha podido resistir la tentación y nos ha traído un regalo –modesto– pero encantador y muy útil además.

Todos los canarios nos hemos sentido gozosos al recibir la noticia anunciada por boca de nuestro prócer.

Este año seremos testigos de la magnanimidad mas absoluta por parte de nuestro Gobierno –el de verdad, el de Madrid– y cual migajas que hemos de agradecer nos han concedido comernos las uvas a las 12 hora canaria en la mismísima Puerta del Sol –no vean el cabreo que tiene el relojero–.

Gracias D. Fernando Clavijo –amado líder–, mil veces gracias.

Podremos vivir en carromatos o chabolas, asistir a escuelas con goteras o asados como pollos en verano, desesperar en las listas de espera sanitarias, pero al menos las 12 uvas –esas uvas de la esperanza– nos las comeremos ante el reloj de la Puerta del Sol deseando tu pronta jubilación.

Un comentario sobre «Clavijo clavó un clavito»

  1. Muy buena la ironía empleada en este artículo. Si es que nos quejamos de vicio ¿Verdad, señor Ledo?…
    Los «godos», como nos llaman a los peninsulares, sufrimos las mismas vicisitudes que los canarios, los canarios flauta no, los canarios guanches, orgullosos de su tierra y su cultura.
    Hemos sufrido en nuestras magras carnes el azote de los neoliberales, hoy fascistas a secas, del Partido Popular y su impopular política.
    Nos han privatizado tantas cosas, que sería prolijo y hasta aburrido enumerarlas. Afortunadamente, hoy, tenemos un nuevo Presidente de Gobierno, unos nuevos ministros que se esfuerzan en ir parcheando el desaguisado que dejó el «ínclito» Rajoy.
    Claro que debemos de tener un poco de paciencia, el estercolero es tal, que no todo volverá a refulgir en esta corta legislatura, necesitaremos otra más de cuatro u ocho años, y entonces los frutos caerán maduros. Como dijo alguien del que no recuerdo el nombre: La manzana nace verde y el tiempo le cambia el color, el que mace gilipollas, no lo cambiará ni dios.
    El remoquete imagino que saben todos ustedes a quién va dirigido, una pista, registra muy y mucho.

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