Los prebostes, barones e hidalgos socialistas tiemblan ante la próxima celebración de primarias para la elección de Secretario General.
Ellos lo llaman «choque de trenes» aunque mucha otra gente lo llama algo así como «democracia», el rollo ese de ir un día –normalmente no laborable– situarte delante de una urna y echar dentro un papelito en el cual expresas tu decisión sobre algo importante.
Visto de esta manera yo no le veo el problema, el partido te pregunta, tu contestas y la organización –esa que nos pertenece a todos– ha de obrar en consecuencia.
Los más asustadizos hablan de desaparición del partido aunque me parece a mi que se refieren mas bien a la desaparición de sus salarios.
Otros directamente abogan por la suspensión del mecanismo de primarias, que se retiren los candidatos y solucionarlo todo en un cuarto oscuro lleno de oscuros intereses.
Es verdad que las posturas divergen excepcionalmente pero también es cierto que el «golpe de mano» de octubre ha provocado un cierto «despertar» de la militancia.
Una parte importante de la militancia socialista ha comprendido –de golpe– que la organización se ha convertido en un mero pretexto para sostener a una extensa corte palaciega que se adapta a cualquier imposición del poder económico si de esta manera salva sus privilegios y prebendas.
Un Partido Socialista acomodaticio y transigente con el poder –como el que defiende Susana Díaz– si que está condenado a la desaparición.
De todas formas hemos de ser conscientes de que los partidos políticos no son mas que instrumentos al servicio de la sociedad, y en el momento en que pierden esta vocación de servicio pasan a ser prescindibles. Quizás sea esto ultimo a lo que se refiere Patxi López cuando habla de desaparición del Partido Socialista.
El Partido Socialista vigente –representado por la gestora– ha perdido todo contacto con la sociedad española y por ende ha dejado de ser útil para conseguir su mayor objetivo que no es otro que transformar esa misma sociedad.
Puede ser que el día 22 los titulares de La Razón, El Pais, El Mundo y otros muchos medios ensalcen la gran victoria de Susana Díaz, pero en ese mismo momento habrá comenzado la demolición programada del Partido Socialista.
Los socialistas de verdad no pueden consentir tamaño despropósito.