Desde Hong Kong –prácticamente al otro lado del mundo– me entero de que Susana Díaz da por hecho su triunfo en las primarias –aún no celebradas del PSOE– y se postula ya para las presidenciales.
Posiblemente sus asesores le hayan aconsejado presentarse con aire de firmeza y seguridad en si misma para de esta forma intentar impulsar una candidatura maltrecha y vapuleada por los múltiples episodios de charlas y encuentros medio vacíos.
La militancia no ha acompañado en ningún momento los augurios de barones y «jarrones chinos» que ha sacado a la palestra para apoyar su apuesta más conservadora hasta la fecha.
Nunca en la historia del Socialismo español habíamos visto a una dirigente ser tan condescendiente, tan comprensiva y tan sumisa con el poder establecido.
Mariano Rajoy está de enhorabuena por un lado tiene a Pablo Manuel cuya meta final no es otra, en lo político, que desbancar al Psoe y en lo personal, salir en La Sexta.
Por el otro lado no tiene de que preocuparse pues el socioservilismo impulsado por Susana Díaz ha acabado con cualquier atisbo de oposición real y efectiva a las políticas de derechas, más allá de meras declaraciones para la galería que nunca conllevan una sola iniciativa que impida el discurrir victorioso del PP.
Si en el Psoe queremos asomarnos al precipicio de la disolución –previo paso por una larga agonía– lo tenemos fácil, votamos a Susana Díaz y entre las deserciones que esto provocará y el desastre electoral en la próxima convocatoria tendremos el trabajo hecho.
Si queremos un Psoe de barones acomodados, políticos colocados a dedo y cargos de confianza por doquier, es decir, si queremos seguir como hasta ahora hasta la derrota final, vota Susana, no te defraudará.
No seré yo quien ensalce a Pedro Sanchez con los ojos cerrados como si fuese un súper héroe pero el equipo y los compañeros que le rodean en este momento gozan de mi absoluta confianza.
Hay que levantar un partido fuerte, independiente de «acuerdos a priori» y sobretodo que sepa cumplir con la palabra dada a su electorado.
La izquierda realmente progresista y que cambió este país siempre se ha sentido acogida y útil dentro del PSOE, el resto de grupos no han pasado nunca de vocingleros vende-ungüentos que todo lo solucionan con dos frases ocurrentes en prime time.
Este país no puede quedar a expensas de los herederos del franquismo ni tampoco de estos nuevos justicieros de tres al cuarto que no hacen mas que manipular la historia pasada y los acontecimientos cotidianos con una impunidad insultante.