De Tindaya al Barranco de Los Canarios con parada en el Palacio de Congresos, en Fuerteventura parece que nadie se ha enterado de que el tiempo del despilfarro ha pasado y seguimos en el empeño de acometer obras faraónicas caiga quien caiga.
Quien necesita un monumento en Tindaya
Tendríamos que acudir a las teorías que se desgranan en cualquier reunión de bar para acabar escuchando siempre palabras como expolio, especulación y, como no, corrupción.
Porque, de no ser así, como puede nadie defender la realización de un agujero en una montaña sin que ni siquiera el artista que sirve de pantalla a todo esto siga vivo.
¿A quien se atribuiría la obra? Esto no es comparable a la Sagrada Familia, allí al menos Gaudí había comenzado la obra antes de fallecer.
El empecinamiento de los políticos en llevar adelante semejante dislate es lo que provoca una mayor desconfianza entre la población.
Como siempre la pregunta clave suele ser ¿a quien beneficia?
En este punto conviene no olvidar que la realización del «monumento» representaría la extracción de 200.000 m3 de piedra –lo que seguramente supondrá pingües beneficios para alguien– y para esto sería necesario la utilización de maquinaria y equipos mineros, además de voladuras con explosivos en un entorno que alberga más de 200 grabados podomorfos.
El argumento que esgrimen ahora las autoridades es el de los beneficios económicos que reportaría el incremento del turismo, curiosamente en una isla que cuelga el cartel de no hay camas.
Mas que un palacio, un mausoleo
A mayor gloria del político de turno se invirtieron mas de 30 millones de euros en un edificio mastodóndico y desproporcionado para el nivel poblacional de la isla.
Para su finalización, en puertas de la crisis económica, se resintieron las inversiones en otros proyectos –quizá no tan mediáticos, pero si mucho más importantes–.
A día de hoy seguimos padeciendo carencias vitales en nuestro sistema sanitario y educativo, pero a nuestros políticos, que disponen de sus seguros privados y evidentemente ya no volverán al colegio, parece que no les preocupa lo mas mínimo.
Como bien me replicaba un convencido del proyecto «ni en Madrid tienen un edificio como este» he ahí la mejor prueba de lo inadecuado de la construcción.
Y para remate una caracola
Pues si, para completar el desaguisado ahora el Cabildo se embarca en una aventura de mas de 2 millones de euros con la construcción de un edificio en lo alto del macizo de Jandía con forma de concha.
Una construcción innecesaria a todas luces pues para admirar el paisaje de esa zona no es necesario mas que acondicionar el acceso y hacerlo seguro para el visitante.
Una vez más las actuaciones de relumbrón se anteponen a las necesidades reales de la isla de Fuerteventura.
Seguimos clamando por unas carreteras mas seguras, por infraestructuras necesarias en el ámbito socio sanitario, mas y mejores colegios pero para nuestra desgracia no conseguimos mas que una deslumbrante caracola.
Epílogo
Nuestro palacio ya no tiene marcha atrás, Tindaya lleva camino de convertirse en un proyecto quimérico, pero parar la caracola de Pepe Dámaso –Calatrava?– puede ser todavía factible.
No podemos renunciar a ello.