Nos encontramos en el epílogo, a un paso del final de legislatura y totalmente inmersos, sin ningún tipo de disimulo, en la campaña electoral.
El resumen triunfalista que exhibe Mariano Rajoy estos días por media España hace hincapié en que los famosos «recortes» eran ineludibles y que gracias a esa desgraciada e insolidaria senda política marcada por la derecha, hoy estamos «liderando» la recuperación de la zona euro.
Así de claro y sin el más mínimo pudor o vergüenza.
El resto de líderes políticos se debaten entre la fantasía de las promesas electorales y la realidad económica que, cuando menos, es realmente incierta.
Asistimos impotentes a un espectáculo de máxima confusión y el cual financiamos, bueno más bien «subvencionamos» generosamente.
Uno de los retos más importantes que se planteaba al inicio de esta legislatura, la reforma de la Administración Pública, se ha quedado en nada.
El resumen de estos cuatro años Populares es deprimente, a saber, paro, caída de los salarios, los consabidos recortes en sanidad, educación y políticas sociales, más desigualdad social y el intento sin ambages de instituir una «auténtica» sociedad de ricos y pobres, al más puro estilo de la Europa del XIX.
Los salarios de miseria se están adueñando del país y la alternativa pasa por compartir viviendas con familiares o amigos o la típica solución de los 60 y los 70, el pluriempleo.
Llegados a este punto ya podemos olvidarnos de nuestros derechos sociales, no nos quedará otra que trabajar de sol a sol para conseguir malvivir.
Y en medio de este «gran renacimiento económico», nuestros emigrantes, esos jóvenes que hemos formado con una importante inversión económica ahora los enviamos al extranjero para que nuestro «esfuerzo» enriquezca a países como Alemania, Francia o Gran Bretaña.
Esta es la herencia de Mariano, nuestros jóvenes universitarios al exilio a conocer mundo y a practicar idiomas, y así de paso se aligeran las cifras del desempleo.
España se está convirtiendo en un país de tristes despedidas, y lo que es peor, de difícil regreso.
Gracias Mariano, y adiós.