Nada de nada

Una vez más nos asomamos a la vorágine electoral, esta vez elecciones generales en diciembre, pero recordemos un poco lo ocurrido.

En marzo las andaluzas, algo así como un quiero pero no puedo de los «emergentes salvapatrias» y una vez cumplido el trámite democrático, con permiso del señor d’Hondt, ¿que ha ocurrido? Nada.

¿Alguien ha visto algún cambio, más allá del ansia pueril de sustituir unos símbolos por otros?

En mayo las municipales y autonómicas donde confirmamos que el famoso «sorpasso» de la izquierda, inventado en tiempos de Julio Anguita, seguía siendo una entelequia, pero es verdad que el efecto «ciudademos» provocó un cierto afán de «pretendida» renovación que nos dejó en muchos casos, demasiados, en manos de políticos inexpertos y con objetivos cortoplacistas, enfocados, la mayor parte, a la consecución de un suculento salario.

¿Que ha cambiado? Nada.

En septiembre las «autonómicas» catalanas, en las cuales el ganador fué Victor d’Hondt, en virtud del cual, los que tienen menos votos consiguen más escaños y viceversa.

El resultado conseguido, tanto por unos como por otros, evidencia claramente la brecha social que han provocado los políticos en su afán de alcanzar el poder y el dinero utilizando a su pueblo como meros instrumentos.

Tampoco está claro que vaya a cambiar nada en este caso, aunque así lo parezca, más que nada porque los pueblos siempre se han mostrado mas inteligentes que sus líderes.

Y ahora nos llega la traca final, en diciembre generales y poco a poco se desdibuja la posibilidad de sustituir al PP, al menos según las encuestas.

Pero, ¿porqué todavía el PP domina los sondeos electorales?

Podría intentar sesudas explicaciones sociológicas o análisis económicos que nos llevasen a algún tipo de explicación lógica, pero no creo que sea necesario pues el pueblo llano no precisa de este tipo de análisis, pues ya hemos visto y padecido los titubeos, y algún que otro espectáculo de nepotismo por parte de Podemos, las ansias de Ciudadanos de conquista del territorio de la derecha a costa de pactar con quien sea, la insoportable levedad del ser de Izquierda Unida y la no-renovación en profundidad del Psoe intentando tapar sus vergüenzas a tres manos.

Esta es para mi la foto fija de este momento político ciertamente triste.

Comentando estas y otras cuestiones con un viejo amigo, y ante mi duda de expresarlo públicamente me decía, «no has de pedir perdón por la verdad».

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