Un triste regreso

A finales del mes de agosto la noticia que abría los telediarios de todas las televisiones del país no era otra que la «operación retorno» de todos los años. Una ingente cantidad de conciudadanos se lanzaba a las carreteras, estaciones o aeropuertos para regresar a su lugar de residencia habitual.

Las imágenes de  los consabidos atascos en las autopistas o las largas colas en aeropuertos  se han repetido como todos los años.

También este blog, por mucho que pese a algunos, vuelve a su vida normal.

Pero esta vez este regreso coincide con una situación extrema que sacude a Europa entera y no es otra que el drama que se vive en el Mediterráneo debido al éxodo masivo desde Siria y otros países del entorno.

Llegando de nuestras vacaciones, unas mas modestas, otras mas espectaculares o simplemente una pequeña visita a familiares o amigos, nos hemos encontrado con un tsunami migratorio ante el cual no estamos sabiendo reaccionar.

En lugar de mostrar un mínimo de sensibilidad ante la tragedia, nos enquistamos en nuestra  acomodada realidad.

El regateo al que se han sometido las cifras de acogimiento por parte de España, Francia, Gran Bretaña o los países del este es simplemente infame.

Nuestros políticos (los bien pagados) han sacado a relucir argumentos económicos o simplemente han agitado oscuros miedos para de esta forma «mirar hacia otro lado» sin  el mas mínimo pudor.

Ni la «cicatería» de nuestros gobiernos, ni las manifestaciones «populistas y demagógicas» que abogan por el derribo de las fronteras son soluciones al problema.

Los problemas han de solucionarse en origen, lo único que hacemos desde Europa es acoger a los que por un auténtico milagro consiguen traspasar todos los filtros y controles que separa nuestro opulento mundo de su mísera existencia.

Esta forma de proceder ante nuestros semejantes da una idea de la creciente necesidad de un rearme moral de nuestra sociedad.

La prueba de nuestro progreso no es si añadimos más a la abundancia de aquellos que tienen mucho, es si proporcionamos suficiente a aquellos que tienen demasiado poco.

Franklin Delano Roosevelt

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