Vivimos un apasionante momento político, un momento conjugado con los verbos pactar, dimitir, permitir y traicionar.
Los representantes políticos salidos de las urnas son tan variopintos y se anuncia tanto dislate, que los sufridos ciudadanos comienzan a temer que «todo está cambiando para seguir igual».
En nuestras queridas islas las cosas han cambiado mas bien poco, por no decir absolutamente nada, unos bajan, otros suben y alguno se mantiene, todo ello estipulado de antemano por la mayoría de encuestas.
Una vez cumplido el rito electoral, los «apparatchik» han vuelto a tomar las riendas de sus respectivas formaciones y lo que se presumía retirada inminente se ha tornado en «cásate y se sumiso 2ª parte».
De las filas nacionalistas no se esperaba que surgiese ningún atisbo de brisa renovadora, sino, más bien, todo lo contrario: una vez ganadas las elecciones (o casi) se han aprestado, cual caballo de ati-la, a recomponer su maltrecha cuota de poder ninguneando hasta el extremo a su pareja de baile, como antaño.
Bien es cierto que al otro lado de la mesa negociadora parecía proyectarse «El bueno, el feo y el malo«, y de este modo no hay manera de conseguir una nominación, así que de un Óscar, ya ni hablamos.
El mercadeo, las zancadillas y las «falsas» espantadas suenan a muy vieja política y señores como nos decía Dylan: «los tiempos están cambiando«, despacio, puede ser, pero el cambio es irremediable y si Uds. se resisten seguramente serán barridos del mapa político sin ningún miramiento. Tomen nota de lo que le está ocurriendo a Esperanza Aguirre y no se pongan en evidencia más de lo que ya lo han hecho.
A los que han de renovar los partidos me atrevo a recomendarles que cuando la puerta a la que han estado llamando por fin se abra, no pregunten porque, entren y ventilen, que falta hace.
Hay que abrir los partidos al pueblo y eliminar esa pátina de «secta» que convierte a los discrepantes en enemigos porque amenazan la subsistencia de los «profesionales de la cosa pública», es decir, esos que cuando han de confeccionar un curriculum no pueden escribir mas que una palabra: «político».
Esta mediocridad que nos envuelve y la «evidente» sumisión a los dictados de ATI nos han situado -si nadie lo remedia-, en el mismo centro del noveno círculo de Dante, que no es otro que el de la traición.
Técnicamente es traición renegar con dichos o acciones de un compromiso de lealtad hacia una idea, en este caso, una idea de justicia social.
No puede, nadie que se considere político y «socialista», volver la cara ante la posibilidad de ayudar a los más desfavorecidos y requerir, sin el más mínimo pudor el control de áreas municipales tan triviales como festejos o parques y jardines, a no ser que el nivel de dificultad de otras áreas como asuntos sociales exceda las capacidades de las que se dispone.
Parece que, una vez más, nos hemos dejado engañar y los voceros en nómina van por ahí cantando las bondades de un resultado electoral paupérrimo dadas las circunstancias que asolaban al resto de formaciones.
Si sale algo bueno de esta legislatura municipal será por pura serendipia.
Una vida luchando por otros vale la pena y es mucho más gratificante que hacer un jardín en Fuerteventura.