El espectáculo que nos ha deparado Coalición Canaria en las últimas semanas ha dejado al descubierto las miserias e intereses que alimentan la maquinaria de los partidos políticos y que no son otros que el ansia de poder y la acumulación de beneficios.
Los «tiempos» políticos, vistos desde la distancia del ciudadano de a pie, se desarrollan sobre coordenadas totalmente distintas a las establecidas por los profesionales de la política.
Para el ciudadano lo que importa es el «día después» de las elecciones en si mismas, es a partir de ese momento cuando, una vez establecidas las metas a conseguir, debería establecerse un gobierno «por y para el pueblo», un programa con objetivos claros y alcanzables dejando a un lado las, cada día mas frecuentes, «promesas» inspiradas en el timo de la estampita.
La ciudadanía vive los comicios electorales desde la perspectiva del «inicio» de un tiempo nuevo lleno de oportunidades y esperanzas de una mejor vida.
Pero ¿cómo vive un político la jornada electoral?
Para los políticos la perspectiva es totalmente diferente, ellos viven este día como la culminación de un trabajo, mas o menos arduo, es decir, como una meta en si mismo, el objetivo principal es la conquista del poder, sin más.
Lo que el ciudadano vive como «inicio», el político lo festeja como final. El político «elegido» festeja la consecución del poder, sin ningún atisbo de rubor y suele ser este mismo momento en el que de repente se «olvidan» de todo lo prometido.
Las promesas electorales son meros instrumentos, algo que hay que utilizar, para conseguir el objetivo final que no es otro que el poder.
Y tras tan dura lucha y tanto «fuego amigo» por doquier es comprensible que nuestro políticos necesiten de los casi cuatro años de legislatura para descanso y sobretodo para preparar la próxima contienda.
A estas alturas están prácticamente todas las luchas finiquitadas y el campo de batalla mas bien parece un camposanto con una acumulación «inmensa» de cadaveres políticos. Y lo peor es que en su mayor parte, y salvo honrosas excepciones, el faro que guía a los supervivientes de la batalla, a los listos de las listas, son el ansia de poder y la acumulación de beneficios.