Hagamos que suceda, tres sencillas palabras, sin vocación de titular periodístico, pero que nos revelan, a mi entender, una de las claves del mensaje que intenta transmitirnos la candidata socialista, Patricia Hernández.
Son palabras carentes de la habitual soberbia que practican otros candidatos, son palabras que huyen del estereotipo y de la promesa vacía que tanto acostumbramos a escuchar.
El mensaje está meridianamente claro, construyamos, avancemos; sin mensajes ampulosos, sin promesas estériles, asumiendo lo vivido hasta ahora y proponiendo un cambio de paradigma importante.
Gobernar para los más necesitados, para los que sufren y para aquellos a los que la vida y la sociedad, de alguna manera, les ha vuelto la espalda.
Y gobernar entre todos, sin personalismos, ni caudillismos atávicos, es decir, «hagamos», todos juntos y por el bien común.
Quizá sea la mía una interpretación extemporánea pero sinceramente creo que con este tipo de planteamiento la candidata marca la diferencia con respecto al resto.
Es hora ya de plantar cara a ciertas actitudes que se adivinan más proclives a un cierto modelo de exclavitud moderna que a un desarrollo profundo del estado del bienestar.
No podemos condenar a nuestros hijos a una vida en precario, no podemos mirar hacia otro lado cuando la derecha legisla «contra» la clase trabajadora y la pequeña empresa, solamente para mantener sus privilegios.
No podemos rendirnos ante los corruptos, ante los conformistas o ante los resignados.
Tenemos que intentar conseguir una sociedad más justa, más solidaria, mas igualitaria y sobretodo mas feliz.
Así que ya saben, «Hagamos que suceda»