Pues si, los nuevos tiempos han provocado en los partidos políticos, terremotos, corrimientos de tierras, inundaciones y hasta huracanes.
En general, los partidos han «ensayado» pseudo primarias o algunos procesos que se «dicen» democráticos, pero a la postre los resultados han venido a demostrar que «casi» todo estaba «atado, y bien atado».
En ciertos «ambientes» las ataduras eran tan evidentes que los posibles candidatos decidieron no presentar batalla, pues de antemano era sabido el resultado.
Pero llegó Coalición Canaria de la mano de Herrera, un valor al alza, y después de algunas trifulcas más o menos estridentes, llegó el momento de la verdad, ese momento en el que los militantes, bueno algunos, miran a los ojos a los candidatos y les señalan el camino que ellos mismos, los candidatos, se han preocupado de pactar con antelación.
El proceso ha sonado a vieja película de serie B, esas en las que pasados cinco minutos ya sabes quien es el malo, el bueno, el listillo y hasta el tonto necesario, que si, que los hay en todas partes.
Y una vez conocidos los personajes, el final es predecible, tanto, que hace meses que se sabía quien iba a ser cabeza de cada una de las listas.
El resultado final será triste, un mero intercambio de despachos y hasta en algún caso ni eso.
La renovación ha quedado pospuesta y conociendo a los cabezas de lista y su afición a «repetirse», la cantera de CC tiene ocho años para entrenar y de paso rezar para que estos suelten las poltronas.
Hay, entre todos ellos, un gran candidato que no merece, a mi juicio, ser incluido entre los prebostes que llevan treinta años de «servicio», y ese es el que CC presenta a la alcaldía de Puerto del Rosario, una persona decente, honrada y honesta.
El resto estarán a estas horas visitando Ikea o cualquier otro comercio de muebles ante la renovación que se avecina.