Elecciones 2015, ¿principio o final?

El censo electoral sobrepasa los 35 millones de votantes.

Visto así no se entiende la alarma creada porque un partido haya conseguido 1 millón de votos.

Les recuerdo que UPYD e IU también han sobrepasado tan mítica cifra de sufragios.

Además, estos partidos que intentan consolidar su presencia en la vida pública española lo han hecho aceptando las «reglas del juego».

Sigo sin ver el problema, ¿si no hay nada ilegal? ¿Porqué tanto revuelo?

¿Porqué ese nerviosismo popular?

¿Porqué esa hecatombe socialista?

¿Cual es la diferencia entre los minoritarios y las dos grandes formaciones políticas de este país?

La moqueta.

PP y PSOE llevan tantos años pisando la cálida, dulce y suave moqueta que se han olvidado de los que caminan por la calle todos los días.

¿Que pedimos a la clase política?

Un discurso ético, compromiso, decencia.

El bipartidismo «asegurado» ha provocado el asentamiento de una nueva clase a medio camino entre los obreros y los ricos: la «clase política», rebautizada últimamente como «casta».

Esta clase política no se compone solamente de políticos en ejercicio, también incluye asesores, enchufados, cargos de confianza y demás fauna «pendiente» del más mínimo deseo del político que les sostiene.

Toda esta amalgama luchará hasta la extenuación para no ceder los privilegios y prebendas que obtienen del erario público.

El PSOE «debería» reclamar ese discurso ético como propio, volver urgentemente a sus orígenes o de lo contrario mucho me temo que la velocidad hacia la autodestrucción se incrementará exponencialmente.

Las nuevas opciones políticas no han inventado nada nuevo, lo único que hacen es decir lo que todos comentamos en la calle en el día a día.

El Partido Socialista ha de dar un paso al frente y definirse sin ambigüedad ante el pueblo, dando ejemplo de sobriedad en momentos tan difíciles.

De no ser así, en breve, asistiremos a un trasvase imparable de militantes hacia opciones en donde se practique la «democracia real» y no este sucedáneo que nos ofrece el aparato socialista.

Hemos de dar un vuelco total, no sirve de nada refugiarse en pequeñas «victorias pírricas» de 100 o 200 votos sobre la derecha.

Este entramado no se sostiene porque se basa en una gran e inmensa mentira.

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