¡Toca renovar ya!

El rey ha denunciado el contrato que mantenía con el pueblo español y nos ha dado los treinta días de rigor para que le busquemos un sustituto, aunque él, claro está, propone al suyo.

El PP no lo tiene complicado, ellos votan a golpe de pito.

En el PSOE, como no había suficiente jaleo, pues ahora nos la lían con lo de «república o monarquía».

La resolución de la Conferencia política de 10-11-2013 sobre la jefatura del estado estableció lo siguiente:

«La tradición cultural y política del PSOE es republicana. En el debate de la Constitución de 1978 así lo defendimos en un memorable discurso de Luis Gómez Llorente. Pero el PSOE aprobó y apoyó nuestra Carta Magna como la expresión de un marco jurídico-político que nos incorporaba a la libertad, a la democracia y al Estado Social y de Derecho.»

¿Entonces en que quedamos?

Desde qué se celebraron estas últimas elecciones europeas, los acontecimientos se han precipitado y lo que se tenía previsto como un cambio, más o menos tranquilo, se vio dinamitado por los desastrosos resultados obtenidos en las urnas.

Salvando la primera intervención de Elena Valenciano asumiendo el fracaso, el resto de pasos dados por Rubalcaba y su entorno han sido un cúmulo de disparates y contradicciones.

Hemos asistido a un burdo intento de engaño colectivo por medio de la convocatoria de un congreso extraordinario, del cual a estas horas, y ante la presión de la militancia, ya no se sabe si es abierto, cerrado o medio pensionista.

A estas alturas nos movemos entre una marasmo de opciones:

– 1 militante 1 voto.
– 1 progresista 1 voto.
– 1 socialista 1 voto.
– primarias abiertas.
– primarias consultivas no vinculantes
– congreso extraordinario y luego ya veremos.

Y a todo esto se ha unido la necesidad de definirnos ante la situación creada por la abdicación del rey.

Si el PSOE no regresa a sus fundamentos de izquierda real estará abocado a una representatividad «residual» y eventualmente a la desaparición como le ocurrió en su momento a UCD.

135 años de antigüedad no son una garantía de futuro, sobre todo si nos pasamos el día renegando de esa herencia.

El PSOE ha de abrirse a la sociedad mediante unas primarias abiertas y vinculantes.

El «aparato» ha de ser neutralizado en aras de la democracia interna y el debate.

Las bases, que son las que conforman el grueso de este partido, han de «imponer» sus criterios a las ideas de los cuatro iluminados de las cúpulas dirigentes.

En lo concerniente al asunto monárquico, el PP tiene mayoría absoluta, es decir, ellos solos se bastan para asegurar la sucesión del rey.

Los dirigentes actuales, (dimitidos y en funciones) deberían votar acorde a los postulados republicanos del partido y de no ser así, al menos que opten por la abstención para no hipotecar la acción política de los que han de llegar en breve.

Las próximas luchas se van a dirimir en el campo del compromiso ético, de las actitudes ejemplarizantes de los diferentes líderes, de la acción política vocacional con salarios al mismo nivel que el pueblo, etc,…

El pueblo está más que hartó de las luchas de poder, la corrupción y las componendas palaciegas.

Este hartazgo es el que alimenta a los partidos que surgen a la izquierda del PSOE, y curiosamente en un país que se declara en su mayoría (70%) de izquierdas, el Partido Socialista languidece.

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