
Gente corriente
En estos últimos treinta días la correlación de fuerzas en la política canaria ha dado un vuelco histórico.
Fruto del hartazgo de la ciudadanía y de años de políticas realizadas de espaldas al pueblo, ha llegado una necesaria renovación.
En Fuerteventura el resultado ha sido histórico, los marqueses y condes de antaño han sido descabalgados de sus poltronas.
La Oliva y La Matilla han dejado de ser referente territorial y ha llegado el momento de la gente corriente.
La diversidad del mapa político resultante ha propiciado la confluencia de diversas fuerzas para gobernar en las distintas instituciones haciendo inevitable la negociación y el pacto en aras de conseguir el bienestar y el progreso en Fuerteventura.
En contraposición, lo que ocurría hasta ahora era que gobernaba ATI-CC sin el más mínimo respeto a sus socios, fuesen estos quienes fuesen.
La gente corriente que ha llegado a las instituciones se definen –en su mayoría– por ser trabajadores, profesores, profesionales e incluso algún jubilado.
La política caciquil –a la que tan acostumbrados estamos– se ha quedado en la oposición.
Se barruntan tiempos de progreso, de participación ciudadana y de transparencia y precisamente eso es lo que pone en guardia a ATI-CC no vaya a ser que salgan a la luz –que saldrán– todas las malas decisiones que han tomado en estos últimos veinte años.
Esta es la oportunidad de la gente corriente para demostrar que «otra política es posible», que no es necesario depredar territorio para progresar, que no es necesario bajar la cerviz ante los poderosos para progresar, que no es necesario pisar a nadie para progresar.
La tarea no es fácil y la oposición no va a colaborar pues siente la pérdida del poder como una afrenta dado que consideran –como todos los grupos conservadores– que las instituciones les pertenecen.
Me sorprende [chupito] ver a ATI-CC en la oposición, pero me llena de esperanza precisamente eso mismo.
Han pasado muchos años, pero hemos conseguido –a pesar de todas las malas artes utilizadas en la campaña– una oportunidad para demostrar a la ciudadanía qué, otra forma de hacer las cosas es posible.
Nunca cómo ahora es tan necesario hacer realidad el viejo aforismo de «la union hace la fuerza».
Si la gente corriente se une no hay cacique que pueda imponerse.