Constitución, nadie a favor pero todos resignados a aplicar el 155.
Esta última semana –una vez más decisiva– parece que el cansancio y el hastío han hecho mella en los representantes politicos y en consecuencia se dejan llevar hacia lo inevitable sin mucho disimulo.
Verdaderamente vista la cerrazón de ambas partes y la evidente huida hacia adelante del independentismo se augura un periodo aciago para la Administración Catalana.
El deterioro de la convivencia ciudadana será lo más complicado de restablecer en el futuro porque se ha perdido el respeto por el contrario pues en estos momentos el independentismo no ve otra cosa que enemigos en su propia tierra –una tierra– a la que consideran solamente suya.
El conflicto ha dejado el terreno de lo racional y se ha adentrado en el proceloso campo de la fe y en este ámbito resulta imposible hacerse oír –y muchos menos que atiendan a tus razones– porque para los independentistas a dia de hoy el resto no somos mas que infieles.
Una vez que se ha dinamitado la Constitución, el Estatuto y silenciado a la oposición para llevar a cabo un fraudulento referéndum sin garantías, resulta evidente que no les va a parar Mariano con un burofax desde Madrid y es por eso que la solución pinta muy pero que muy mal.
La ilegalidad debe ser corregida –está claro– de otro modo este país sería ingobernable.
Pero llegados hasta este punto no debemos, no podemos zanjar este asunto solamente abortando el proceso Catalán sino que tendremos que aprovechar el momento para acometer una verdadera reforma de nuestra Constitución de manera que consigamos dejar cerrado de una vez por todas el diseño territorial de nuestro Estado y no haya lugar a mas “negociaciones” con gobiernos autonómicos en aras de cambiar el statu quo que se establezca.
La Constitución ha de ser un marco duradero pero mejorable dia a dia aun cuando se establezcan normas y condicionantes para que las reformas sean propuestas mayoritarias y se voten también por mayorías cualificadas.
Las Constituciones no son un mero panfleto que se pueda recomponer cada dos meses o que tenga que refrendarse cada generación
Los patrioteros –de cualquier lado– no son mas que hooligans controlados y manejados por las élites –que en este caso están– bien engrasadas por las subvenciones del desgobierno catalán.
Esta crisis –como todas– también lleva intrínseca en su interior una gran oportunidad, la de recomponer el Contrato Social que diseñamos en 1978 y adaptarlo a los nuevos tiempos pero siempre con el mas absoluto respeto al marco legal, que es lo único que garantiza la pervivencia de nuestra democracia.