1977 si, a esa lejana, lejanísima galaxia nos quieren llevar Garzón e Iglesias de la mano del rencor y la venganza encarnada en la figura de Anguita –el nuevo fichaje–.
De un solo golpe quieren obligarnos a desandar los últimos 40 años de democracia.
Atendiendo a la edad de Garzón e Iglesias, se entiende que no tengan ni idea de lo que pretenden pero lo de Anguita no tiene un pase, o si.
Quizá el problema de Anguita sea la nostalgia de los «conservadores» de que «todo tiempo pasado fue mejor».
Quizá en su alambicado análisis de la sociedad actual todavía encuentre lugar para denostar a todo aquel que no consigue ver «su» verdad revelada.
La «aparición» de Anguita en el escenario político es uno de los ejes que marcarán la actual campaña electoral, componiendo una foto fija desactualizada y ni siquiera podría decir que en blanco y negro, mas bien en el sepia de los primeros daguerrotipos de la historia.
La «nueva política» no es más que un slogan o en todo caso una puesta al día de los odios atávicos de unos pocos fracasados del pasado.
El otro eje que puede marcar este momento no es otro que la ineficacia que demuestran los ayuntamientos podemitas y su necesidad acuciante –casi patética– de que el Partido Socialista (PSOE) se integre y colabore para «enderezar» el rumbo de las corporaciones municipales que gobiernan.
Para muestra ahí tienen a Madrid y Barcelona, dos ciudades a la deriva, perdiendo inversiones millonarias y soliviantando incluso a sus propios funcionarios como es el caso de esta última en donde la policía local recrimina a su alcaldesa alinearse con manteros y ocupas frente a la Guardia Urbana incluso cuando estos son agredidos.
El PP de Rajoy, enfangado en su propia podredumbre, no debería ser rival en estas nuevas elecciones.
Pero como ya sabemos los que estábamos aquí en 1977 y en los años siguientes, la derecha solo ha ganado con holgura en este país de la mano de Julio Anguita.
En medio de la pinza Aznar-Anguita sucumbió Felipe Gonzalez, pero esta vez no deberíamos permitir que un PP corrupto y un Podemos revanchista –IU ha muerto– acaben con la ilusión que podría generar un gobierno socialista del PSOE.
Este país ya se equivocó dos veces confiando en la derecha, acaso ¿queremos repetir?
Quizá haya mucho nostálgico suelto por ahí pero al menos yo me niego a volver a vivir en 1977.