Y ahora una encíclica, esto es lo que nos han deparado los idus de marzo y como corresponde han sido buenos augurios pues así han de calificarse los últimos acontecimientos acaecidos en el seno de Podemos.
«Defender la belleza», valiente eufemismo para no tener que nombrar lo evidente y esto no es más que la continuación de las purgas internas que se vienen sucediendo desde hace meses y en varias Comunidades.
Dia a dia va quedando claro el poder férreo y omnímodo que ejerce Pablo M. Iglesias sobre su pequeño juguete –Podemos–.
Ahora ya ha quedado claro, una vez pasados los carnavales y caídas las máscaras, se ha visto que la nueva política, es quizá incluso más vieja que la que pretende jubilar.
Esta «nueva política» se basa en recordarnos en cualquier situación y con cualquier mínima disculpa lo «distintos» que somos y como los podemitas han de vencer al resto e imponer sus ideas.
Estas dos últimas semanas que han culminado en este fantástico dia 15 –idus de marzo– nos han demostrado que los arrogantes, los soberbios y los coléricos tienen los días contados.
Hace ya un tiempo, en estas mismas páginas, expresé claramente que con una base de odio y rencor disfrazado de populismo barato no se podía construir absolutamente nada duradero.
Los que en su ingenuidad se creyeron las soflamas podemitas pueden analizar estas palabras de su aclamado Mesias: «En Podemos no hay ni deberá haber corrientes ni facciones» o explicado de otra manera, esto lo controlo yo como me da la gana y el pensamiento único debe prevalecer ante todo.
En su encíclica el sumo sacerdote podemita ha dejado claro igual que los niños en el patio del colegio que la pelota es suya, que es él y nadie más quien pone las normas y sobretodo que,
El que se mueve no sale en la foto.
¿Será esta la definición más acorde a la nueva política?
Parece que hemos encontrado en los idus de marzo la esencia de la nueva política y que esta cada vez está más cercana al totalitarismo.