Los dos últimos años desde el «búnker», a saber, Podemos, La sexta y Público se ha machacado a este país con la idea, bueno idea es mucho decir, más bien con la «ocurrencia» de que el PP y el PSOE eran exactamente lo mismo, hasta tal punto que acuñaron el ya conocido «PPSOE» regado por doquier en redes sociales, televisiones, radios, etc,…
El nivel de ensañamiento e iracundia de estos prepotentes ilustrados provocó, en un primer momento, estupor en las filas socialistas, era evidente la mentira y era evidente también la buena «disposición» de ciertos medios para difundir la buena nueva y encumbrar al nuevo mesías.
El partido socialista ha afrontado en ese mismo tiempo una transformación que, no por ser incompleta, deja de ser muy importante.
A nadie puede negársele una segunda oportunidad si reconoce sus errores y pone en marcha los mecanismos suficientes para restañar las heridas producidas en el pasado.
Solamente un infame mesías orgulloso, soberbio y prepotente puede creerse con el derecho de «salvar» al mundo desde el insulto, el chantaje y el pensamiento único.
En los últimos meses y sobre todo en las últimas semanas se ha puesto de relieve cuanto de falacia había en los planteamientos podemitas, siendo estos más bien una retahíla de frases hechas siempre abundando en su carácter sectario y excluyente.
Pasadas las elecciones y cosechados unos decepcionantes resultados, al menos desde su óptica, han enseñado su verdadera faz solicitando o más bien exigiendo el control total del estado desde la vicepresidencia del gobierno.
También nos hemos percatado de que en ningún momento el PSOE ha buscado el amparo de los votos o la abstención del PP, es decir, lo de PP-PSOE era y es una gran falacia sectaria. Pero lo que si hemos visto funcionar en varias comunidades ha sido la pinza PP-Podemos, todo sea por intentar laminar al socialismo español.
Los votantes se han decantado muy mayoritariamente por dos partidos PP y PSOE que son lo mismo, a saber, instituciones formadas por gente normal y corriente que busca aplicar las mejores soluciones políticas para el desarrollo de nuestra convivencia. Pero que nadie se llame a engaño ni se deje engañar porque el PP y PSOE «no son iguales» pues el concepto de sociedad que defiende cada uno es diametralmente opuesto al del otro y todos aquellos que defienden la idea de esta igualdad solamente merecen un calificativo, mentirosos.