Fantasmas del pasado

Cartel«El Estado Español se declara autonómico, y la soberanía reside en el pueblo español. No somos un Estado Federal, ni un cúmulo de naciones agrupadas para jugar al parchís. Y esto es lo que parece que no entiende el Sr. Montilla. (Mas)

Se lo repetiré otra vez, somos un «Estado Autonómico» en el cual se supone que tienen que colaborar todas las autonomías para conseguir que el pueblo, «nosotros», vivamos cada vez mejor.

Es sencillo, los ciudadanos queremos y exigimos calidad de vida, empleo, servicios sociales y sobre todo libertad.

Libertad para hablar como nos de la gana, y rechazamos que nuevos «virreyes» vengan a imponernos el idioma que hemos de utilizar; ya tuvimos bastante en el pasado.

Libertad para que nuestros hijos estudien en cualquier punto de la geografía española sin tener que aprender un idioma, sea este el que sea, que no tiene implantación, ni futuro y que se articula en ciertas zonas del país como barrera para el resto de españoles.

No caminamos por la buena senda si basamos nuestro progreso en miradas al pasado llenas de odio y resentimiento. Muchos comportamientos de nuestros políticos actuales son un calco del pasado pero en la dirección contraria, y este cambio de orientación no legitima su actuación, por eso sus actos corren riesgo de ser igual de dictatoriales que en el pasado.

Franco ha muerto, pero ha dejado muy buenos alumnos tanto a derecha como a izquierda, pero quizá los más aplicados sean los nacionalistas.”

(publicado 30/06/2010)

 

Casi cuatro años después seguimos en las mismas, pero ahora iniciamos una nueva etapa. Como ya ocurriera en los años treinta en Alemania, culminada la estrategia de infiltración populista, se imponen las medidas xenófobas y la segregación de los “distintos”.

En aquella época se “etiquetaba” a parte de la población con estrellas pegadas en la solapa. Hoy somos mucho más civilizados y “sólo” colgamos carteles en las redes sociales y animamos a los vecinos a no olvidar a los traidores.

No hemos avanzado mucho desde aquellos lejanos años treinta.

 

«El nacionalismo es una enfermedad infantil. Es el sarampión de la humanidad.»

Albert Einstein (1879-1955)

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