Una décima de segundo

Ese pequeño lapso de tiempo, ese mínimo momento en el que uno conoce a alguien suele marcar el desarrollo posterior de esa relación, forjándose a veces una fuerte amistad, una enemistad manifiesta o la indiferencia sin más.

Y siendo éste un momento fugaz e irrepetible marcará irremediablemente nuestro futuro.

En la vida política también se manifiesta algo parecido, de entrada, la primera vez que escuchamos a algún político o te lo crees, o confías en sus propuestas y en su honestidad o no.

Así de simple puede resumirse todo el juego político que se está desarrollando en estos días.

He de confesar que resulta difícil creer, resulta difícil confiar y es casi imposible, en algunos casos, saber lo que piensan los «supuestos» líderes sociales.

Esta misma semana hemos podido observar en las televisiones de todo el país como por todo argumento, un supuesto líder de la «mayoría» social, nos regalaba una retahíla de insultos a una adversaria política. Es triste ver que los argumentos de algunos siempre tienen sus fundamentos en el insulto, la falta de respeto y solamente ondean la bandera del revanchismo, el enfrentamiento y el miedo.

Ante estas actitudes, nuestra respuesta, tanto la de los ciudadanos como la de los políticos «de verdad» ha de ser el compromiso por una sociedad más justa, el fortalecimiento de las instituciones y su continua reforma.

Nos queda poco tiempo para decidir nuestro voto y yo les reto ha que intenten recordar que pensaron de cada político, de cada candidato, la primera vez que les vieron y les oyeron hablar, porque esa «impronta» les dirá mucho más que cualquier discurso posterior.

Mi «décima de segundo» me ha llevado a apoyar una candidatura muy concreta.

Una candidata con propuestas claras, con verdadero coraje para la batalla que se avecina y con un remarcado sentido social de la política.

Esa «décima de segundo» fue suficiente para vislumbrar características tan necesarias hoy en día como la honestidad, la sencillez y sobre todo la empatía con los más necesitados.

Y estoy seguro que mi «décima de segundo» no me va a defraudar.

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