Tarjeta amarilla

El resultado de las elecciones europeas fue el primer indicio claro de que «los tiempos están cambiando», pero los históricos del tapete político español, PSOE, PP, IU y UPyD, no quisieron darse por aludidos y decidieron quedarse quietos a ver si pasaba el vendaval.

Incluso pudimos observar reacciones «triunfalistas» y análisis del estilo, «hemos ganado».

Algunos, ya en aquel momento, llamamos la atención sobre el conjunto de la situación que se había producido y que el resultado no era otra cosa que una «victoria pírrica».

Pero como uno no forma parte del «rancio aparato» y además creo que lo de «pírrico» no lo llegaron a entender, pues ni caso.

El asunto es que los partidos políticos, en general, siguieron a lo suyo, controlando la hacienda propia y poco más.

En el caso concreto del PSOE, la celebración de primarias y posterior elección de Pedro Sanchez abrió un mínimo atisbo de esperanza, pero este cambio a nivel de cúpula dirigente no se está realizando en los escalones inferiores, muy al contrario, está siendo complicado descabalgar a dirigentes que ya están más que amortizados ante la ciudadanía y que en estos momentos suponen una rémora para el partido.

Pasados estos meses, y con el PP emulando lo peor de los años 90 en cuanto a corrupción, ha llegado el sondeo del CIS,… y ahora todo son prisas, que si pacto anticorrupción, que si las 20 medidas de uno, las 22 del otro y todos corriendo como pollo sin cabeza.

Por favor compañeros, cordura, el pueblo, esos a los que uds. llaman votantes y tratan como súbditos, están hartos de tanto discurso vacío y lo que piden es «muy sencillo», a saber:

  • Empleo, pero del de verdad.
  • Salarios dignos.
  • Mano dura con los corruptos, también de la de verdad.
  • Control del gasto espurio.
  • Renovación, aire fresco en los partidos.
  • Honradez y honestidad.
  • Eliminar los salarios desorbitados de los políticos.
  • Compromiso real con la sanidad, la educación, la cultura y la investigación.

Podríamos seguir con una lista interminable.

Esta vez la cosa no va ya de indicio, esto es una «tarjeta amarilla» en toda regla y una vez que el árbitro ha dejado claro el nivel de exigencia depende de los jugadores cambiar la forma de jugar si quieres al menos empatar.

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