Sin pudor

Ayer asistimos a una función teatral infame.

Una liturgia con-celebrada en el congreso de los diputados por toda esa caterva de «representantes» del pueblo.
Se reunieron, en ese remedo de opereta bufa, a contarse unos a otros lo que ya todos sabían.

Intentaban hacernos partícipes del problema que ellos mismos han creado, porque ya saben que los políticos españoles no solucionan los problemas que tiene el pueblo sino más bien todo lo contrario.

Que no hay problema, lo creamos.
El problema es ínfimo, lo aumentamos.

Con esta forma de proceder y las dos premisas anteriores justifican su existencia los políticos.

Si los catalanes quieren ser escuchados, pues se les escucha, pero al estilo canadiense, es decir, las cositas claras.

Una pregunta clara, concisa y diáfana. Y se establece de antemano una mayoría significativa para tomarnos esto en serio, porque en estos temas no vale lo de la mitad más uno.

Para toda esta historia llevan ya varios años enredando y entre tanto el país manga por hombro.
En Canadá una vez establecida la «Clarity Act» se acabó el problema y los referéndum, que ya iban camino del tercero.

De todo este trajín estamos más que enterados y se ha llevado las portadas de toda la prensa estos días, bueno esto y la amiga «Espe».

Así nos luce el pelo en este país, en cuanto nos entretienen con el carril bus y el referéndum imposible, lo que sí ha ocurrido en este país es que una vez más estos políticos nos han engañado y en una esquinita de los diarios se ha colado que el rescate bancario va ya por los 107.000 millones de euros, cuando nos dijeron que serían 60.000.

Sí, nosotros atentos al circo en cuanto ellos, los de siempre, se reparten el dinero de nuestros impuestos.

Se ríen de nosotros sin pudor alguno.

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