VALÍA VS JERARQUÍA

Atrévete, imagina
Atrévete, imagina

El sistema político español con sus fórmulas de repartos, equilibrios y componendas parlamentarias es perverso y nada democrático.

Siendo esta apreciación una generalización y por lo tanto injusta en parte, creo que la mayoría estarán conmigo en defender su veracidad.

Este carácter antidemocrático se acentúa en los partidos políticos de puertas adentro, en los cuales prima la jerarquía del aparato sobre la valía individual.

En estos ambientes enrarecidos adquiere un gran sentido la frase que me espetó un viejo diputado socialista hace ya unos años, «cuídate de los tuyos, a los demás los verás venir».

El ansia de uniformidad y control que destilan los jerarcas de cualquier formación política no consiguen más que anquilosar y paralizar todo atisbo de progreso.

Lo que se sale de la «norma» se teme y se intenta cortar de raíz.

La demostración de iniciativa, de trabajo duro e ideas innovadoras suele ser un valor inversamente proporcional al tiempo que puedas durar dentro de un partido político.

En tiempos de crisis como los que estamos viviendo abundan quienes, sin más oficio, se aferran a la jerarquía para sobrevivir en este proceloso mundillo.

Esta forma de proceder es la que atenaza a las formaciones políticas y las aleja de la realidad social, pues a día de hoy ya casi asimilamos al político como un funcionario más, que estará ahí «de por vida» dado que sí lo extirpas de ese ecosistema no sería capaz de mantenerse a sí mismo.

Estas prácticas torticeras que sólo persiguen mantener el «status quo» son las que tenemos que erradicar.

En los partidos políticos, en todos, han de participar ciudadanos de verdadera valía profesional, intelectual y sobre todo con una gran vocación de servicio público.

Tenemos que estar mucho más dispuestos a dar que a recibir y a los que piensen diferente en este punto hemos de erradicarlos del ejercicio diario de la política, pues son estos los que componen la tan denostada «casta política», esa que se mueve entre sobres, asesorías inútiles y cargos de confianza por doquier.

Este sistema «quasi-hereditario» es lo que ha llevado a la sociedad a demostrar en las calles su desafección y repulsa a la «clase política».

Si no acometemos una limpieza a fondo quizá acabemos siendo gobernados por algún advenedizo populista y demagogo, porque cuando la «POLÍTICA» le da la espalda al pueblo suelen surgir estos personajes y hacerse con el poder absoluto.

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