
Estas tres palabras definen perfectamente los últimos años del devenir político y económico de este país.
Los políticos y banqueros de este país han vivido en una especie de fiesta orgiástica de obras públicas, unas faraónicas, otras inútiles, pero todas, todas, muy jugosas, con buenas comisiones y con unos plazos de pago envidiables.
Y todo regado generosamente con grandes dosis de fondos europeos.
Pero la rueda de la fortuna ha dicho basta y el binomio «capitalistas-políticos» se han puesto las pilas para no perder sus privilegios.
Ante la falta de ingresos «atípicos» esta jauría se apresta a aguantar el chaparrón con sus «míseros» salarios de representantes públicos y la ayuda «interesada» claro está de sus amigos los banqueros, que son los que mandan de verdad.
En los albores de la democracia la consigna dentro de los partidos políticos era clara, había que penetrar cualquier movimiento, asociación, agrupación o reunión de amigos. Había que estar en todas partes para «controlar» a la sociedad.
Y la consigna entre los banqueros muy sencilla, «que no le falte dinero a los políticos», ¿recuerdan el fiasco de la «Operación Roca»? Aquello corrió de cuenta de la banca y con el tiempo se lo han cobrado con creces.
Los partidos políticos son rehenes del poder económico del país, endeudados y sin margen de maniobra, de ahí la marea de casos de «financiación irregular», bonito eufemismo.
Ante este panorama y la cada vez más acelerada caída de la economía capitalista, llama la atención la resignación del pueblo, llamado a pagar cada vez más impuestos, soportar más recortes sociales y viendo a su vez como menguan sus ingresos.
Si hace treinta años los políticos asaltaron nuestro modo de vida, ya ha llegado el momento de dar la vuelta a esta «tortilla española» y pagarles con la misma moneda, es hora de cambiar el sistema, participar en la vida pública y derrotarles usando sus mismas armas, abrumarlos penetrando en sus círculos de poder y tomando sus palacios de invierno.
Nos han tenido entretenidos todos estos años con sus peleas de banderas, eufemismos idiomáticos e intrigas palaciegas en cuanto ellos se llenaban los bolsillos. ¿Lo dejaremos correr o haremos algo?
El sistema puede que necesite arreglos y ajustes pero lo más importante es renovar la «clase» política y la «élite» económica del país.
Hemos de definir el inicio de nuestro futuro, si queremos tener futuro, claro.
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