DISQUISICIONES

En política es normal hablar a diario de idealismo en contraposición a pragmatismo. Estos conceptos marcan muchas veces la trayectoria de los políticos, pero ciertamente todos ellos recorren este camino en la misma dirección, partiendo del idealismo más radical para ir a recalar al final de su carrera en el pragmatismo más absoluto.

Es este cambio a lo largo del tiempo el que acaba con la credibilidad de nuestro políticos.
Los ciudadanos alabamos y respetamos al político que comienza su andadura amparado en sus «ideales», y estamos dipuestos a esperar un tiempo razonable a que estos ideales se reflejen en su quehacer diario y su gestión política.

Es aqui en donde entra en juego nuestro segundo concepto, el pragmatismo.

Cuando el político afronta un reto importante en cuanto a gestón de la cosa pública ha de pasar por un periodo de aprendizaje, y es aquí en donde comienza su arriesgada carrera hacia el pragmatismo.

Llegados a este punto somos los ciudadanos, los electores, los que podemos controlar la variable que influye esencialmente en este comportamiento; el tiempo de permanencia en el cargo.

Cuanto más tiempo permanezca un político en el cargo, más camino recorre alejándose de sus ideales.
Esto funciona como una balanza, tal cual lo podemos ver en el gráfico que incluimos mas abajo; el votante ha de encontrar el punto de equilibrio exacto para que la acción del político contenga en si misma la adecuada mezcla de pragmatismo e idealismo para que esta sea eficaz.

Por otra parte podríamos decir que el idealismo tiene una gran vocación de servicio a la comunidad y por contra el pragmatismo se encamina más al provecho rápido, eficaz y particular para el propio político.


Hasta ahora ha sido un poco farragoso y teórico todo esto que hemos expresado aqui, pero en realidad de lo que estamos hablando dicho un poco más llanamente es de la limitación de los mandatos en política.

No podemos soportar unos políticos que han perdido todo su idealismo y empuje después de estar veinte o treinta años en el poder y como no  existe en este pais una norma que limite su permanencia en el cargo, hemos de ser nosotros, los ciudadanos, los que tomemos cartas en el asunto y mandemos a su casa a todo político que se atrinchera en su poltrona y que pragmáticamente se preocupa mas por su individualidad que por la ciudadania.

Y ya saben amigos en pocos meses, y durante un sólo día, tendremos el poder en nuestras manos. Estemos atentos y pongamos «a los de siempre» a plantar papas, que ya está bien.

Y no se olviden: no es lo mismo ser honrado que ser honesto.

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