Ocho segundos y vuelta a España.
Ocho segundos ha durado la independencia de Puigdemont y para conseguir estos ocho segundos nos han arrastrado a la sin razón mas absoluta, al enfrentamiento social, a la disgregación de la sociedad Catalana y a la frustración de buena parte de su propio pueblo.
Los secesionistas se han pasado muchos años mintiendo y engañando a todo un pueblo, en concreto, a todo el pueblo español con sus medias verdades y sus sonrisas de plástico de cara a la galería.
Después de estos ocho segundos de independencia no declarada, o si, no lo tengo claro, buscan una prórroga de seis meses para continuar con su cansino discurso y seguramente urdir otras formas de chantajear al Estado.
El momento quizá sea para actuar con mucha precaución –complicado para el PP– para no avivar este incendio en fase terminal.
Es evidente que los actuales representantes del gobierno catalán no son interlocutores válidos y los pasos del Estado deberían ir encaminados a consolidar un control provisional de la Autonomía férreo y encauzar todos sus actos hacia unas nuevas elecciones autonómicas que configuren una nueva mayoría con la que se pueda negociar el futuro del Estado, de todo el Estado.
No hablamos de independencia, hablamos de reformas en nuestra Constitución, en nuestro sistema autonómico –que debería recentralizar algunas competencias– en aras de una mejor efectividad.
Y sobre todo, las reformas deberían encaminarse a instaurar la igualdad real entre todos los ciudadanos del Estado, no es de recibo que el sistema sanitario, el sistema educativo o los salarios de ciertos puestos de trabajo sean desiguales por el mero echo de vivir cien kilómetros mas allá o mas acá.
Este proceso que hemos atravesado ha de servir para despertar a esta sociedad tan acomodada y conseguir la superación del Pacto del 78 de forma organizada y dentro de los cauces que la propia Constitución nos depara.
De todas formas –y volviendo a los ocho segundos– el Estado ha de mantenerse vigilante en las próximas horas pues los independentistas se han distinguido por ser unos fantásticos trileros y lo de hoy podría ser una trampa más, en su infinito camino hacia su Arcadia feliz.